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Nueva ruta de Yanis Cherqaoui, Baptiste Obino y Hugo Peruzzo en el Petit Dru

  • cefocamlatam
  • hace 59 minutos
  • 2 Min. de lectura

El terceto francés ha construido ‘Le château dans le ciel’, una línea de 1.000 metros de recorrido con dificultades máximas de hasta 7b+ que asciende por la cara oeste y norte de esta famosa cima alpina.

El Petit Dru fue, entre el 18 y el 21 de junio, el patio de juegos para Yanis Cherqaoui, Baptiste Obino y Hugo Peruzzo. El terceto de alpinistas franceses trazaron la nueva Le château dans le ciel (ED, 1.000 m, 7b+ máx) en la cara norte y oeste de una de las cimas más famosas de los Alpes.

La idea de construir ese castillo en el cielo nació de la mente de Yanis Cherqaoui, quien se planteó escalar la cara norte del Petit Dru por su parte más vertical, justo encima del famoso nicho. “Cuando me lo comentó por primera vez, admito que me costaba visualizar el proyecto: es empinada, es alta, y si nadie ha puesto los pies allí, seguramente es porque debe de ser difícil”, admitía Hugo Peruzzo.

Sin embargo, se dejó convencer junto con Baptiste Obino para ir en busca de aquella fisura que parecía dibujarse en la pared. “¿Un poco demasiado ancha, tal vez, para nuestro preciado nº6?”, se preguntaba.

Cuatro días de estilo alpino

Yanis Cherqaoui, Baptiste Obino y Hugo Peruzzo se lanzaron a por ese sueño el martes 17 de junio, cuando se dirigieron hasta el refugio Rognon des Drus para descansar unas horas. A las dos de la madrugada del miércoles día 18 empezaron su ascensión. Aquel primer día, superaron el primer tercio de la pared antes de montar la hamaca de su primer vivac.

En el segundo día de ascensión, llegaron hasta un amplio nevero donde pudieron plantar la tienda y prepararse para la tercera jornada, la más exigente técnicamente. A las siete de la mañana del viernes empezaron a trabajar los tres largos clave, en el techo situado por encima del nicho, con dificultades estimadas en 7a, 7a y 7b+. “Un regalo del cielo: un bloque encajado en medio permite proteger la longitud, misión que nuestro preciado nº6 no supo cumplir solo”, apostilla Peruzzo. Una vez resueltos los tres largos, fijaron la cuerda y bajaron a dormir a la tienda de nuevo.

Finalmente, el sábado 21 de junio, se pusieron en marcha a las tres de la madrugada, jumareando hasta el punto más alto del día anterior. Siguieron escalando hasta alcanzar la cima antes del mediodía. Llevaron a cabo el descenso por la otra vertiente, para llegar esa misma tarde al refugio de la Charpoua.

Como resumen de su actividad, Hugo Peruzzo apuntaba: «Con toda la objetividad que se puede tener al descubrir una vía, los largos nos parecen bonitos, variados, en una roca excelente«. Y explicaba que “cada día, una espesa nube venía a instalarse justo en el momento en que el sol tocaba la cara norte. Como si esa fortaleza no nos quisiera allí. Un ambiente a la vez místico y mentalmente exigente, que pondría nuestros nervios a prueba, pero sin romperlos”.


Creditos revista DESNIVEL

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