Quizás usar el término perder y derrotado pueda parecer muy típico de un censor crítico y pagado de sí mismo. Por desgracia la vida real, en su aspecto de luchar por la existencia, no suele ser muy amable ni condescendiente con los errores. Luchar por un segundo puesto cuando el precio de la derrota es la propia vida, o la de quienes hemos jurado proteger y servir, solo da como resultado la derrota definitiva.
Por ello es tan importante dominar las bases del trabajo con armas, y no concentrarnos exclusivamente en hacer agujeritos perfectos en un cartón numerado. Tan importante como presionar el disparador y apuntar bien, es tener antes el arma bien empuñada, y este buen empuñamiento parte no de un arma ya enfrente de un agresor, si no desde el mismo instante que la colocamos sobre nuestro cuerpo.
El adiestramiento previo cobra tal importancia, que la repetición inteligente, metódica y sistemática del procedimiento y su secuencia acaban convirtiéndolo en una acción instintiva adquirida, en un reflejo como vimos en el artículo anterior sobre este tema. Esta puede perfeccionarse hasta el punto de hacerla tan nuestra como los instintos más atávicos y biológicos, algo que sin ese entrenamiento intensivo previo no será posible.
Igualmente, si descuidamos el mantenimiento de este reflejo adquirido su ejecución posiblemente no se pierda del todo, pero si su suavidad, sutileza y fluidez. Recuerden el ejemplo de la bicicleta del citado artículo anteriormente publicado.
Es por ello que soy tan… ¿pesado? … con la manía de la atención al detalle, por mínimo que sea.
Commentaires