Antes de que hubiera escritura, en el Desierto de Atacama ya había momias: las ‘chinchorro’. Ésta es su historia.
Mucho antes de que los egipcios desarrollaran talleres de momificación con técnicas sofisticadas, en el Desierto de Atacama ya se preparaba a los difuntos con rituales elevados.
La mayoría de las momias chilenas —conocidas localmente como chinchorro— han sido encontradas por accidente, como sucede en los países ricos en culturas ancestrales. Actualmente, se entremezclan entre la tierra, y aparecen entre las construcciones y nuevos desarrollos urbanísticos.
En la actualidad, el problema va mucho más allá de los inconvenientes que las momias chinchorro puedan ocasionarle a los desarrollos urbanos. Como consecuencia del alza en las temperaturas globales, los restos de esta cultura podrían desaparecer. El cambio climático podría, después de milenios, deteriorar su estado de conservación para siempre.
Milenios antes que los egipcios
La antropóloga chilena Verónica Silva muestra una de las momias de la antigua cultura Chinchorro en el Museo Nacional de Historia Natural en Santiago, el 16 de diciembre de 2016. | Crédito: Martin BERNETTI / AFP
Las momias Chinchorro son las más antiguas del mundo. La periodista Elizabeth Djinis las describe para Smithsonian Magazine como «los últimos supervivientes» de aquel pasado remoto, ya que algunas de ellas datan de hace 7 mil años. En contraste, los restos funerarios más viejos de Egipto son más recientes, por al menos dos milenios.
Esta cultura es de las primeras que se estableció al norte de Chile. A pesar de vivir en una costa árida y hostil, los cazadores-recolectores se mantuvieron activos durante más de 4000 años, según los registros de la UNESCO. Como uno de los primeros indicios de civilización que existen en el continente americano, el valor de las momias Chinchorro radica en que son la primera evidencia de un tratamiento funerario elaborado del mundo.
280 momias chinchorro amenazadas por el cambio climático
Fotografía: Creative Touch Imaging Ltd / NurPhoto / NurPhoto via AFP
Hasta ahora, se han encontrado 280 momias Chinchorro. Esta abundancia viene, según Valeska Laborde, jefa de cultura y patrimonio del municipio de Camarones en Arica, de que esta cultura no enterraba a sus muertos. En lugar de eso, preparaban sus cuerpos artificialmente, para que tuvieran un lugar de descanso eterno en el desierto.
A diferencia de otras culturas, los Chinchorro no dejaban piezas de cerámica o envases ceremoniales cerca de sus muertos. Todo el ritual quedaba impreso en el cuerpo del ser que trascendió:
“EL CUERPO SE CONVIERTE EN UNA ESPECIE DE LIENZO DONDE EXPRESAN SUS EMOCIONES”, LE DICE ARRIAZA A THE GUARDIAN. “LOS CHINCHORRO TRANSFORMAN A SUS MUERTOS EN GENUINAS OBRAS DE ARTE PREHISPÁNICO”.
Incluso a pesar de que han sobrevivido durante todo ese tiempo, el cambio climático está amenazando el estado de conservación de las momias del Atacama. Algunos arqueólogos las catalogan como una «especie en peligro de extinción», cuya persistencia depende de cómo se alteren las condiciones que ancestralmente han tenido.
Estatuas erigidas sobre Palca, en el Desierto de Atacama de Chile. / Getty Images
En un estudio publicado recientemente en Evolutionary Anthropology, un grupo de investigadores asegura que el entorno se ha vuelto ‘venenoso’ para las momias chilenas. Más que nada, porque el cambio climático ha modificado la composición de los ríos, inundando el agua con arsénico.
Esta sustancia lastima los entramados milenarios que recubren a las momias Chinchorro. Aunque algunas de estos tóxicos con invisibles —y muchas veces, ni siquiera se perciben al paladar humano—, están destruyendo uno de los vestigios de actividad humana más antiguos de América Latina. Ellas también son víctimas de la crisis climática.
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